Donald Trump vuelve al ojo de la opinión pública por una decisión tan simbólica como polémica: se espera que este viernes firme la orden para que el actual Departamento de Defensa recupere su vieja denominación de Departamento de Guerra. La noticia fue confirmada por un alto cargo de su gobierno bajo condición de anonimato y refuerza la estrategia del republicano de proyectar a las Fuerzas Armadas con una impronta más agresiva hacia el mundo.
La idea ya venía sobrevolando desde hace días. “Lo llamamos Departamento de Defensa, pero entre nosotros, creo que le voy a cambiar el nombre”, había dicho el mandatario en el Salón Oval. “Ganamos la Primera Guerra Mundial, ganamos la segunda. Entonces se llamaba Departamento de Guerra y para mí eso es lo que es de verdad. Defensa es una parte, pero tengo la sensación de que lo vamos a cambiar”, añadió.
El giro remite a una regresión histórico, ya que Estados Unidos tuvo un Departamento de Guerra desde su independencia hasta 1947, cuando Harry Truman reorganizó las ramas de las Fuerzas Armadas y creó el actual Departamento de Defensa.
El propio jefe del Pentágono, Pete Hegseth, anticipó el movimiento en una visita a una base en Georgia. “Quizás el nombre de mi cargo sea diferente a partir del viernes”, deslizó en tono de broma.
Ex conductor de Fox News y figura cercana a Trump, Hegseth fue uno de los principales impulsores de endurecer la imagen militar. Desde su llegada, eliminó las políticas de diversidad e inclusión, intentó vetar la participación de personas homosexuales y trans en las filas, y apartó a oficiales que —según su visión— habían sido promovidos por criterios de equidad y no por méritos militares.
El renombramiento del Pentágono condensa esa línea política: menos énfasis en la defensa y más en la idea de un ejército “letal” y dispuesto a mostrar músculo.