Lali Vidal, el viaje de hacer “Come From Away” e instalarse en sus personajes: "Ser actriz es una raza que se va duplicando"
Actriz. Dramaturga. Cantante. Estudiaba psicología cuando le apostó a una amiga: “Si quedo en esta obra, dejo la carrera”. Promesa para despegar en el teatro musical donde lleva adelante la historia real de Gander, plasma la suya en “Familia sustantivo femenino”, y dirige “Lexi” y “Las mujeres de Lorca”, nuevos puntos de partida.
Lali Vidal transita un presente que la reconforta. “Me está pasando que los proyectos que hoy tengo me hacen sentir orgullo por lo que transmiten en otras personas. El arte, un poco, tiene esa misión”, expresa.
Rulos anaranjados, carismática y risueña. Lali Vidal conversa desde su estudio de grabación personal, donde se asoman libros, lucecitas, micrófonos de pie, y hasta un certificado original New Foundland (que le entregaron los vecinos reales en un viaje donde pudo conocer a los personajes que tanto ella y sus compañeros representan) entre las paredes color verde agua, hábitat en la que además, da clases. Mucho teatro, mucho trabajo y pocas horas de sueño. Resume.
Rodeada de una cartelera de presentaciones que la sacude en emociones tanto arriba como debajo del escenario, despliega su repertorio de actriz, dramaturga y cantante.Junto a su coequiper Fede Fedele, encabezan la dirección general de “Lexi, Hablemos de Dislexia” (Teatro Picadero) y crearon “Familia sustantivo femenino” (Teatro Border), un musical hilarante que se nutre de “Esperando la Carroza” (la matriz de las comedias familiares rioplatenses) parodia la familia tipo con una totalidad de personajes femeninos, de ahí el título. Está a cargo de la dirección vocal y coral de “Las mujeres de Lorca” (Cine Teatro El Plata).
Las noches de viernes, sábados y domingos forma parte del elenco de “Come From Away” (Teatro Maipo), la adaptación del premiado musical que cuenta el suceso real donde 7 mil pasajeros provenientes de todas partes del mundo aterrizaron inesperadamente en la isla de Gander, New Foundlan (Canadá) el 11 de septiembre de 2001, ante los atentados en Estados Unidos. Allí, interpreta a Terri -una chofer de colectivo- y además desempeña otro rol: ser swing. Es decir, sale a cubrir otros personajes.
“Me toca a mí el rol difícil de hacer la swing”, cuenta en el marco de esta entrevista con Filo.news. “Tengo un rol pequeño porque soy reemplazo de cuatro de las seis mujeres y tampoco puede modificar demasiado la estructura general”, explica la actriz que sabe el libreto y está preparada para ingresar a escena como Diane (el personaje de Marisol Otero) Bonnie (la veterinaria que interpreta Silvana Tomé, también pareja de Lali), Beulah (la lugareña, Gabriela Bevacqua) y Hannah (la señora a la espera de novedades de su hijo, Silvina Nieto). “En caso que Mela Lenoir no pueda hacer a la piloto Beverly, la sustituye Silvina y yo saldría a cubrir a Ana, pero eso todavía nunca ocurrió”, comenta simpática.
— Señores pasajeros, en breves minutos aterrizaremos inesperadamente en el aeropuerto de Gander— avisa la azafata (también en la piel de la directora Carla Calabrese) y ya desde la butaca comenzás a sentir que se te eriza la piel, como de gallina. Esa noche, aquella isla en Terranova recibió a los recién llegados que duplicaron la población local, tantísimos de ellos comunicándose en otros idiomas, desconociendo sus costumbres: reunieron ropa, hicieron lugar en sus viviendas y habilitaron espacios como la escuela.
Son 16 las actrices y actores en escena y todos interpretan a más de un personaje, generando una multiplicidad acorde al sentido de la obra: la conexión entre unos y otros. Sumado a una banda en vivo que logra incorporarse en números musicales, que te dan ganas de subirte al escenario y formar parte de esa suerte de fiesta en medio de circunstancias límites.
"Una no imagina que va a representar un personaje que está vivo y pasó por algo así, te deja una marca porque el cuerpo se transforma y toma realidad", destaca Lali Vidal.
La obra es una caricia en tiempos donde se instala con mayor velocidad el interés individual por sobre el colectivo, y conmueve con una historia que transcurre en los márgenes de los atentados que acapararon el foco internacional. En Argentina, obtuvo 23 nominaciones y 7 premios Hugo al Teatro Musical además de 12 nominaciones y 2 premios ACE; y realiza sus últimas funciones de su tercera temporada antes de emprender su gira por España. Sí, la misma obra local se llevará a las tierras hispanas, demostrando que tampoco hay fronteras para el teatro.
“Cuando entré con esta propuesta fue todo un desafío, primero mental y psicológico, convencerme de que lo podía hacer. También con mucha ayuda de Carla Calabrese, (quien también interpreta a Janice, la periodista), de Agustín (Pérez Costa, coreógrafo y protagonista), hasta de Seba (Mazzoni, director vocal). Por ahí no estás mucho arriba del escenario, pero con una responsabilidad grande por detrás, mucha preparación. Confiar en lo que vos hacés, porque me ha me ha tocado salir a cubrir y defenderte con lo que vos tenés, a veces hasta sin tanto ensayo. Es una adrenalina muy grande. Yo soy medio kamikaze. A mí esas cosas me gustan, me gusta pasarla mal un poco”, comenta.
* Estar arriba del escenario, ¿es un poco pasarla mal? Porque una lidia con situaciones improvisadas, con los nervios, en este caso con una obra extensa, que además tiene sus números musicales.
Seguro. La obra tiene la complejidad de una escenografía con sillas en movimiento, que arman los distintos escenarios. Cada rol que yo cubro, por ejemplo, tiene un montón de coordinación de acciones: acá se pone la gorra, la deja en esta silla. Es todo un estudio bastante detallista y encontrarse con eso en una función directamente es bastante bastante alocado, porque vos no, no, no tuviste la previa. La verdad que para mí le da mucho sentido al laburo del swing porque tiene mucha adrenalina. Hay gente que colapsaría. Yo no. Me encanta.
* Contame una de las veces que tuviste que hoy salir a la cancha con todo y cómo fue.
Una vez me pasó que tuve que salir a cubrir un cuadro en el medio de la obra porque una compañera tuvo un problema con un micrófono, no podía salir. Tenía que suceder algo importante porque si no la ropa no iba a llegar y se iba a generar un dominó de cosas complicadas en cadena. Entonces salí, llevé la ropa, hice la coreografía y cuando terminé, vi a mi compañera parada en la pauta, lista. Ya estaba solucionado. Entonces salí, entró ella y la función pudo continuar.
* Atesoraste la función que te tocó hacer de Hannah, un personaje que en la obra es especial, ¿no? además de la composición de maquillaje y vestuario, con lo difícil que es estar en la piel de esa mujer.
Con Hannah además me pasa algo con la edad. Yo soy más chica que los personajes. Entonces, esa construcción ya es difícil. Por supuesto, como vos recontra bien decís, el vestuario, la peluca, la ojera, la raya de la arruga, ayudan. Te mirás al espejo y ya te sentís distinta. Pero, en principio trabajé primero para cambiar un poco el tono de la voz, que fuera más grave, más densa. Me encanta la canción que canta, me parece que es re dramática y que está buenísima vocalmente es linda. Por otro lado, no tengo hijos, entonces también tuve que buscar ese transitar la preocupación, no saber qué le pasó, si está bien, todo un laburo interno en un panorama del que yo estoy bastante lejos. Fue de los que más disfruté porque me pude instalar y creo que también es un rol en el que hay que instalarse.
En algún punto, también, lo viví sólo en este momento. No es que lo ensayé tres meses, construí el vínculo con mi compañera, me imaginé al hijo, etc. Por eso creo que más allá de la adrenalina y el estrés que puede generar salir un día cualquiera, tiene algo de aquí ahora más que nunca. Tenés one shot y salís y ya está. Es muy valioso ¿no? Te queda el sabor a cero. A, quiero hacerlo de nuevo.
* Tomo esta metáfora que mencionás de que un personaje –en juego con la obra– también tiene lugares en los que te instalás, para preguntarte: ¿cómo fue para vos la experiencia de viajar a Gander y conocer a los verdaderos protagonistas?
Todavía no puedo creer que lo vivimos. Primero, una no se imagina que va a representar un personaje que está vivo y pasó por algo así, te deja una marca porque el cuerpo se transforma y toma realidad. A casi un año de que fuimos, me acuerdo que me impactó una imagen: nos fueron a despedir paraditos en el mismo lugar que la escena.
Como me toca hacer de chofer, iba mirando por la ventana, los mismos paisajes que me iba imaginando al actuar. Además de la amabilidad que tuvieron con nosotros, la veterinaria, el alcalde, nos llevaron a los lugares, lloraban involucrados con lo que vivieron y nos contaron la historia tal cual está en el libreto.
* ¿Cómo organizaron el viaje?
La producción se mandó un regalazo para todos nosotros. Resulta que una de las actrices que estuvo en Broadway haciendo a Beulah, conoció a Carla. Ella estaba trabajando en Gardner en ese momento y a Carla se le ocurrió esta idea totalmente loca y empezó a tender la red de que en Argentina están pensando en venir a visitarlos. Allá conocimos además, a los actores del elenco original de Broadway, fuimos a ver la función y pasamos también por el bar con el karaoke y el ritual de besar al pescado. Lo único que no está en la obra es que sirven una especie de jamón. Yo no lo comí porque soy vegana.
* Sos certificadamente vecina y ciudadana de Gander
No solo tengo visa canadiense, sino que soy newfoundlander [ríe mientras muestra el documento en su pared]. Lo que me llamó la atención en el acercamiento que teníamos con los actores es que el actor es una raza que se va duplicando, que se va repitiendo. Nosotros hablamos con los actores de que eran Broadway, y nos decíamos: «¿Vos también das clases porque no te alcanza para vivir? Ah, yo también». Éramos todos la misma raza, pero hablando distintos idiomas y habiendo nacido en distintos lugares.
* Hay algo muy mágico en la obra que te pasa mirando la obra, ¿qué es para vos esa magia que se produce en el teatro?
Hay una conexión energética que sucede, y me estoy poniendo un poco mística, que pasa entre el espectador y el que está arriba, que no se repite en prácticamente ningún otro momento de la vida. ¿Hay otros momentos similares? Sí, los hay. Obvio. Pero hay una cuestión de que uno está recibiendo y dando a la vez. La obra te está modificando internamente porque te estás divirtiendo, porque está llorando, porque te está dejando mensaje, porque te hace acordar a tu día o por lo que sea.
Yo soy una enamorada del teatro. Es mi batería. He estado muchas veces abajo del escenario. Me encanta dirigir, escribir, pero cuando estoy arriba pasan cosas que son muy difíciles de vivir en otro lugar.
* Hablando de dirigir y escribir. ¿En qué te inspiraste de tu propia historia para “Familia sustantivo femenino”?
Está llena de cosas personales mías. Con Fede laburamos hace un montón juntos. Es mi familia elegida. Para los personajes también fuimos tomando anécdotas. Nos gustaba esa idea de que el personaje más consumido por el machismo y el deber ser y de otra época lo haga un hombre [el único actor entre mujeres]. Me acuerdo que nos llegó un audio de una espectadora que había visto a su abuela en el personaje y que le decía: —Vos tenés que salir con alguien que tenga plata. Dijimos, Ok no estamos exagerando y la robamos porque nos pareció excelente.
Se fue armando de la necesidad de poner la realidad de uno sobre un papel que siempre exorciza. A mí me toca de cerca esta situación de la venta de la casa y también que tengo una pareja mujer. Mi familia siempre la amó. De hecho creo que tenía más problemas con mi novio anterior. Como poner a la luz las cosas con las que hoy seguimos luchando. Y no está tan fuera de moda que una mujer se sienta incómoda por presentar a su pareja mujer. Puede ser que alguien lo tome súper relajado, pero también puede ser que no.
Para mí lo más traumático fue contarles que iba a dejar la facultad (dos veces) porque a mis papás les costaba. Yo empecé psicología y después el IUNA [hoy UNA] y las dos carreras las dejé porque estaba haciendo teatro musical en la escuela Julio Bocca y era muy feliz con eso, que no es una carrera universitaria.
* ¿Había una Lali tal vez adolescente, que venía pensando que iba a llegar a construirse en alguien con determinada carrera y de repente aterriza en el teatro musical?
Yo siempre hice teatro. Mi mamá es actriz de sangre ypor cuestiones de la época no se pudo dedicar. Fui a la escuela de Patricia Palmer. Tomé unas clases hermosas y ahí sí empezó a intervenir una cuestión económica: ¿De qué vas a trabajar? ¿De qué vas a vivir?
Empecé a estudiar psicología en la UBA porque era la carrera en serio. y dejé el teatro porque no me daba el tiempo para hacer todo. Y tampoco estaba tan a mano el tema del IUNA. Terminé el CBC, y en el primer año de la carrera dije quiero hacer algo divertido, necesito un hobby. Y ahí me anoté en un curso de teatro musical que era una vez por semana, un par de horas. Me encontré en un paraíso. Volví con más a la nenita que cantaba Chiquititas en el living de la casa de. Porque evidentemente ahí estaba todo. Mi profesor de canto de ese curso me comentó que había una audición. me acuerdo que tenía que rendir un parcial de psicología social y estudiaba con una amiga, que se quedó a dormir a mi casa. Estábamos cruzando la Avenida Independencia para ir a rendir, le dije: si yo quedo en esta obra dejo la facultad, si no quedo, sigo. Fui a la audición, lo tuve un punto muy fuerte en la parte del monólogo porque yo era muy actriz, muy muy flojo el el resto de los puntos, pero evidentemente a la producción no le importó. arranqué con esta obra, donde conocí a la que actualmente es mi esposa (también colega, Silvana Tomé, directora vocal de "Matilda, el musical" y "School of Rock").
El momento bisagra fue mi familia. Yo vengo de familia judía, y con mi hermano salimos sorteados y ganamos un viaje a Israel, que es una tradición. Yo tenía que bajarme de la obra para ir al viaje. En ese momento laburaba en el bar de mi familia, junté toda la plata, se la devolví a mi mamá y me planté: No me voy. Para mí fue un momento de formarme como ser humano. Me cambió la vida porque más allá de obviamente me cambió la vida, porque decidí dedicarme a esto, me cambió, me encontré conmigo, ¿viste?
Lali Vidal. Actriz, docente, cantante, directora, nominada a los Premios HUGO. Una charla que transita su presente y reflexiona sobre el hallazgo de encontrar el lugar donde una elige pertenecer.